Cuando el olvido se hace tan patente que se te mete en los huesos no puedo parar de preguntarme si es que alguna vez me has querido.
Levantarme y no ver una hilera de pequeños dientecitos.
Pensar que eras el único, el irreemplazable, el eterno.
Pero las cosas han cambiado y ahora quiero encontrar al duende del final del arcoíris, con un cofre de monedas y volver a empezar.
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