viernes, 23 de septiembre de 2011

Cuando yo nací

Ser hijo de una madre que dice no haber tenido sexo, tener un padre no reconocido y ser anunciado por un “ángel”, no suele ser la mejor manera de venir al mundo. Al menos, no lo fue para mí.

Todo esto que voy a contarles, lo sé porque mucha gente se encargó de hablar sobre mi vida, no es que yo fuese muy importante en aquella época pero, posteriormente, muchas personas se encargaron de retomar mis enseñanzas y darles un sentido completamente distinto al que yo le había dado.

Hechas estas aclaraciones, comienzo…

Corría el año 14, Nazaret no era más que una pequeña población de Oriente, abundaban los comerciantes, los filósofos y los estafadores.

Muchos pensaban que la manera de comportarse no era la más correcta pero, sin embargo, no hacían nada para cambiarla. Eran tiempos difíciles para todos: muchos usureros, falta de comida y falta de fe.

Cuando se empezó a comentar que la mujer del carpintero del pueblo, María, mi madre, hablaba con los animales, hubo quienes quisieron sacarle provecho al asunto y quienes quisieron lapidarla.

Mi madre no estaba loca, simplemente era de las personas que creían que todo el mundo, incluso los animales, tiene algo que decir y por eso escuchaba y hablaba con perros, gatos, camellos, árboles, ovejas y hasta palomas. Uno de sus mejores oyentes era Spiritus Sanctis o Espi como ella solía decirle. La mayoría de la gente cree que los pájaros parlantes por excelencia son los loros, en realidad, ellos son más repetidores que hablantes natos, en cambio, las palomas sí hablan con los humanos de manera más fluida, sólo hay que saber escuchar.

Además de con Espi, mi madre también hablaba con los ángeles, nunca tuvo un consultorio de videncias pero bien hubiese podido porque tenía línea directa con el Arcángel Gabriel, uno de los preferidos de mi “supuesto padre”.

Fue Gabriel el que le dijo:

- María, estás embarazada y no es de José.- ¡Menudo lío se armó! Si hasta quiso matarme un Rey.

José era su actual marido, quien estaba casado en segundas nupcias y ya tenía hijos de su anterior matrimonio. De él aprendí mi oficio de carpintero, y para mí, más allá de los comentarios, él fue mi padre. El carpintero me crió, alimentó y me reconoció para que mi madre no fuese apedreada por adulterio. Sin embargo, tampoco es que la noticia de mi llegada le hubiese gustado tanto.

Como dije, José ya tenía otros hijos y una boca más para alimentar, siendo yo hijo de otro hombre, no era plato de buen gusto, para nadie.

Volvamos a mi historia, que me gusta hablar y dar lecciones y me voy por las ramas.

Cuando nací fui la “comidilla” del pueblo, todos hablaban de mí, de si era hijo de tal o pascual, para colmo tuvimos que mudarnos porque quisieron matarme antes de nacer.

Hay datos que son ciertos: nací en un establo, nadie nos dio cobijo, me visitaron unos reyes que nos hicieron algunos regalos para poder salir adelante. Pero lo que no se, es quién fue mi padre en realidad. Nunca lo ví, ni hablé directamente con él. Me imagino que si de verdad era Dios, un ser Todo Poderoso, debería de haber estado muy ocupado como para hablarme.

Mi vida no fue muy larga y tampoco quiero hablar de eso ahora, eso es parte de otra historia.

Lo que quiero compartir con ustedes es que cuando nací, se armó un gran revuelo, siempre se esperó mucho de mí y no se si estuve a la altura de lo que pretendían. Nacer entre animales, en un establo, perseguido por Herodes, y ser, supuestamente, el hijo de un ser Divino es mucho para un niño.

Yo vine al mundo como cualquier otro, pero mi destino ya estaba escrito, eso es lo que diferencia a vos lector, de mí.

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