viernes, 2 de julio de 2010

Soy solo una sombra reflejada en algún espejo roto

de un cuarto deshabitado.

Mi reflejo no disimula el dolor y el palidecer de la tarde

acentúa el rostro vacío.

La noche pelea siempre la misma batalla con el sol.

Donde el perdedor sobrevive para, al día siguiente, poder enfrentarse con la misma fuerza a su enemigo. Sin embargo ellos no conocen sus caras.

El rocío en el borde de la ventana forma miles de estrellas, estrellas infinitas del universo.

En esta misma habitación hubo alguna vez dos almas que se unieron y formaron un solo cuerpo por algunos segundos. Pero la magia se desvanece cuando se revelan los trucos. Y vuelven a vagar las dos almas solitarias. Porque el acto que une al mismo tiempo mata convirtiéndonos en individuos aislados.

La luna avanza con su implacable paso y la sombra pierde su forma, pasando a ser la oscuridad de la noche, cuando ya no ves sus lágrimas.

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